hoy vamos por fin, amigos, de misioncita. pequeña y secreta por ahora, pero estamos como los críos de excursión. encantados de la existencia. ya les decíamos el otro día que estar en una mesa no va con nosotros, que somos más de caza humana. empezamos discretamente, no puede ser de otra forma, planchando el traje, el chaleco, la camisa y la corbata. desmontando la magnum pieza por pieza y metiendo las balas una a una. miramos el agua y el aceite del coche, para que no pierdan. ensayamos frente al espejo formas de coger la pipa: la convencional, de lado, en diagonal boca abajo, como hacen en las películas. el gesto serio, mentón apretado, con las muelas a punto de romperse en mil pedazos. parece mentira el tener que volver a practicar todo esto después de llevar 30 años haciéndolo, pero ahora lo que hay que desaprender es todo lo demás. la misión es perfecta para empezar. sobre todo, porque es la primera. igual que la primera hostia, da igual quién te la dé, hay que estarle igualmente agradecido por introducirte en el mundo real. a nosotros nos la dio un tipo con un sello independiente, y hasta ahora que estamos reflexionando sobre ello en vletra minúscula, le hemos odiado mucho, odio de ese que te hace fruncir el ceño, pero a lo mejor es el momento de perdonarle. seguro que lo hizo por nosotros. en fin, gracias, estanislao, esperamos no verte de cerca en un tiempo, ya sabes que una cosa es perdonar y otra contener el puño. pero ahora toca estar atentos, afilar el instinto, que está romo a base de asiento y pantalla. fíjense lo de la sgae, que nos ha pasado de largo. esa mañana estábamos con los pies encima de la mesa, y los compañeros deteniendo al personal. el trabajo de oficina no es trabajo, es una mala vacación.