amigos, amigas, ya estamos de vuelta de nuestra primera expedición, muy ciclogenética. no hay nada peor para un inspector con alma yanqui como la nuestra que algo que no se puede reparar a tiros. sacar la magnum, quitarle el seguro, levantar el percutor y ¡pum! apretar el gatillo tiene esa cosita, esa chispa de la vida, que el no poder usarlo tiene justo la chispa de lo contrario. el caso es que la "tormenta perfecta" se llevó la luz de media provincia castellana, así que no había forma de sacar el arsenal de las cartucheras y liarse a tiros. qué frustración, amigos, amigas. como un cómico actuando en un funeral. una cosa desnaturalizada, un sinsentido, algo muy clint, en resumidas cuentas. allí estábamos los clint, en lo que era un antiguo pajar pero que podía haber sido una cueva, un aeropuerto o el pasaje del terror, con las manos llenas de armas, esperando a que unión penosa hiciera la luz. como dice harry callahan, al tercer día, en el mismo momento en el que se avecinaban problemas de ciega testosterona, se hizo la la luz. y al cuarto, el recibo.
como ven, los clint son gente que encuentra entretenimiento en los momentos más insospechados, así que, con la plena oscuridad y un puntero, encontramos un rato de "diversión". porque pueden ver que diversiones, las justas. cuando clint salen a patrullar, patrullan. así que la "ciclogénesis explosiva" nos dejó una tarde de perfectas putadas, las típicas del rockandroll mesetario. menos mal que, como dijo harry callahan, la luz se hizo cuando estábamos empezando a jugar a la ruleta rusa, así que desenfundamos y pusimos el arsenal a punto.
parece que no, amigos, pero había luz, ya saben que los clint sólo necesitan la luz que tenga el enchufe, por lo demás, tocan de oído y, como ya les dijimos también, con las gafas empapadas y medio ciegos. ¿y el concierto? pues bien, amigos, demasiado "alto" para el personal, imaginamos que esperaban una beretta o un colt, y no una mágnum del 44. por lo demás, todo en orden. cuando regresamos a la comisaría, como siempre, acabamos como siempre, con la ruleta rusa que habíamos dejado a medias por la tarde. esta vez la bala quiso salir, pero la paramos con la epiglotis.