Tipos duros pero bailones
Tres años después, Clint regresa con una nueva “banda sonora imaginaria”
Si algo le falta al último trabajo de Clint, es una película que acompañe a los once temas que forman Los tipos duros también bailan. Es el suyo un rock instrumental, que ellos mismos definen como “peliculero” y que parece realizado exclusivamente para la banda sonora de un film en el que tuvieran cabida desde escenas mafiosas hasta tiroteos y duelos dignos de un western.
El cuarteto de Leganés, formado por Harry Callahan, Harry El Fuerte, Harry El Sucio y Harry El Ejecutor —evidente el homenaje al primero actor y ahora director Clint Eastwood—, irrumpió en la escena musical hace ahora tres años. Alégrame el día fue el título elegido para un disco que sorprendió por su singularidad, por sus marcadas y reconocidas influencias de compositores de bandas sonoras como Ennio Morricone, Henry Mancini o Nino Rota o por su capacidad para conjugar diferentes estilos que abarcaban desde una estética lounge hasta tonadillas típicas del surf rock.
El camino abierto con Alégrame el día no hace sino confirmarse con este nuevo álbum. Muchas de las canciones de Los tipos duros también bailan —título que alude al famoso libro de Norman Mailer— surgieron tras un proyecto, tan poco al uso como el propio carácter del grupo, que consistía en poner música a la película muda de Walter Ruttman, Berlín: sinfonía de una ciudad. A pesar de la exitosa intervención de Clint en diversos festivales, el proyecto, que iba a convertirse en dvd, no fructificó. De ahí, entonces, nace este disco que comienza con la profunda voz de Constantino Romero —quien dobla a Eastwood en nuestro país— y en el que encontramos de nuevo melodías sensuales y placenteras (“No es nada personal”, “Se valora el silencio”), una magnífica versión del tema central compuesto por Nino Rota para El Padrino (“Il padrino”) y, en algunos casos, unos ritmos cercanos al spaghetti western (“Ocaso y funeral de Morris”), todo ello, aunque puede parecer increíble, sin que resulte extraño ni desentonado.
Clint es, desde luego, un caso atípico dentro de nuestro panorama musical, un ejemplo de originalidad, frescura y buen hacer y, su reciente trabajo, un disco muy recomendable para escuchar tranquilamente en una mecedora o para lanzarse a bailar de forma compulsiva, porque, como nos advierte Romero-Eastwood al comienzo, “amigo, no se lo tome a mal, pero los tipos duros también bailan”. Quedamos advertidos.